Raise your voice

A menudo ocurren cosas. Cosas que nos afectan a todos, cosas que nos hacen pararnos a pensar, a mirar por los demás. Cosas como las que han sucedido hoy. Levantarte y descubrir lo que ha pasado, la conmoción, que se suspende la excursión, la preocupación por tus hermanos, por tus amigos... Por los demás en general. El peor terrorismo ha vuelto. Ese que mata a civiles, a 180 trabajadores, estudiantes, niños, bebés. ¿Y por qué? No lo sé. No entiendo qué clase de satisfacción encontrarán en ver que 1180 personas han presenciado esto y han sentido el dolor en sus propias carnes. Ya no hablemos de las familias de esas 1180 personas... Es muy difícil que no le toque a alguien que conozcas, o a alguien que no conoces que es amigo de un amigo. ¿Cómo duermen por las noches? ¿Cómo pueden tener familia? Si la tienen, debe de ser de pega, porque está claro que alguien capaz de apreciar o querer a, aunque sea, una sola persona, no es potencialmente capaz de matar al resto y sentir orgullo y satisfacción.
La deshumanizacion de esta gente llega hasta límites insospechados. Y no me lo explico, no lo entiendo, no me cabe en la cabeza. Mi hermana podría haber estado allí si no hubiera salido 10 minutos antes hoy. Un amigo de mi tío esta muy grave. El padre de Marta está herido, a su hermano le ha pillado en el vagón de al lado de la explosión. La madre de Alberto se ha salvado por una visita al médico... Las amigas de mi vecina, con las que suele ir a trabajar, han muerto hoy allí... Esa amiga lejana está en la UCI. No sé qué decir. Supongo que las imágenes y los hechos hablan por sí solos.
3 comentarios
vio -
Sparrow -
No podía dejar de escribir en este post. Después de lo que habéis escrito y ante la sensación de indescriptible impotencia ante esta masacre me queda poco por decir. Es difícil expresar la rabia y el odio hacia estos salvajes sinvergüenzas hijos de puta sin que las lágrimas asomen a los ojos. Esta mañana, esas 180 personas que han muerto se han despertado, iban al trabajo, a clase... como cada día, pero no han llegado. Algunos se han librado por casualiades de la vida: Se han dormido y han perdido el tren, o se han subido en otro vagón por vaguería (como decía un chico esta mañana), por no ir hasta el vagón del final, que es uno de los que han explotado. Mientras, en una guardería, los padres de 7 niños no han llamado para preguntar por ellos. Probablemente lo tendrán que hacer sus abuelos, o sus tíos... pero ellos ya no. Y los móviles de los que yacían en la vía sonaban, pero ya nadie iba a contestar.
Lo dejo aquí. Ojalá algún día conozcamos la desaparición de la gentuza que provoca esto.
Un abrazo a todos los madrileños. Me alegro de leeros.
un ser humano (desgraciadamente) -